¡Buenas salenas de nuevo, mis estimadísimos cronopios! Llego un poquín tarde con esto, pero voy según el calendario con un capítulo recién salido del horno. Por fín aparece el elemento obligatorio del reto, que es un dibujo (mencionado aquí como figura). Me está costando mantener la personalidad de Susan y Bella porque todo está supeditado a la trama, así que no estoy pasando mi propio estándar de fanfic. Shame on me.
Pero bueno, espero que igual lo disfruten.
Tras muchos días e muchos combates, Amadís e las doncellas llegaron fasta Miraflores. Maravillábanse amas de las paredes ricamente aderezadas e cubiertas con paños e tapices, e con armas e guarniciones de diversas maneras e trofeos que Amadís e los sus compañones habían ganado en sus aventuras. Mas non solo de riquezas estaba lleno el palacio. Por los corredores iban e venía una multitud de escuderos e caballeros e dueñas e doncellas e sirvientes.
La sala de vistas era muy grande e fermosa. Había allí
estandartes antiguos, e muchos ricos tapices e armas e figuras de nobles e
reyes de amos linajes, ca Gaula e Gran Bretaña un solo reino eran. Brillaban la
belleza de las damas e la apostura de los caballeros. Había muchas doncellas
que querían demandar el título de la más bella, muchas dueñas desheredadas que
buscaban quien les restituyera sus señoríos, muchos embaxadores extranjeros que
querían fazer homenaje a los reyes e muchos caballeros que venían a probar la
bondad de sus armas.
E entre todos aquellos, sobresalía la reina Oriana, La Sin
Par. Bella Swan quedó espantada de su belleza, que superaba con creces la de su
Eduardo e todos los del linaje de aquél.
—¿Será una de ellos? −dixo por lo baxo.
Doctora Susan Calvin levantó la mirada de sus anotaciones.
—¿Qué?
Tanto ruido hacía la gente que ninguno podía oír bien lo que
dezía el otro. Oriana levantóse e fabló dando grandes voces para que todos la
oyeran:
—Señoras, señores, mi señor el rey Amadís non se falla aquí
e non conozco cuándo habrá de volver, ende acercadvos los que queredes fablar
conmigo.
Callaron todos, e ninguno se acercó. Oriana suspiró y volvió
a sentarse. Bella Swan respondió la pregunta de su compañera:
—Que si ella será un vampiro. Es hermosa…
Doctora Susan Calvin rio con tanta fuerza que todos en la
sala diéronse vuelta para mirarla. Uno de los caballeros custodios desenvainó
la espada, airado, e dixo en voz alta:
—¿Qué es eso, señora? ¿Acaso vos burlades de la reina?
La doncella non supo qué responder. Amadís avanzó e dixo:
—Atrás, hijo. Estas damas vienen de muy lexos e non han
costumbres como las nuestras.
Quitóse el yelmo e todos quedaron maravillados. El caballero
que había fablado envainó la espada e abrazó a su padre.
—Vamos con vuestra madre −agregó aquel−, que tengo negocios
que tratar con ella.
E fueron fasta el estrado.
—Amiga señora −dixo Amadís−, estas doncellas demandan
nuestro auxilio.
—Que fagan la fila como todas las otras −dixo Oriana
pasándose la mano por la frente.
—Señora, vienen de tierras muy lejanas e fueron asaltadas e
agora non pueden volver.
La reina miró a las recién llegadas e maravillóse de las
extrañas ropas que traían. Levantóse nuevamente e sonrió. Bella Swan admiró la
noble belleza de su rostro, maguer veíase pálido e cansado.
—Mucho me plaze −dixo Oriana−. Ayudarlas hemos. Mas vos,
amigo señor −agregó−, has de ocuparte de todos los que vienen a vos demandar
mercedes e duelos. Que yo gran trabajo he, gobernando los reinos mientras vos
andades a vuestro sabor combatiendo con cuanto caballero se cruza en el camino.
En elevando la voz, continuó:
—¡Acercadvos de uno en uno, que mi señor el rey aquí se
falla e vos atenderá en seguida!
La gente pareció revivir e fue fasta Amadís e lo rodeó.
Oriana tomó de la mano a las doncellas e las llevó aparte e dixo:
—Venid, hemos menester de un lugar más tranquilo para fablar.
E fízolas entrar a la sala de banquetes. Allí, la reina
demandóles que le refiriesen su historia. Bella Swan abrió la boca, pero
Doctora Susan Calvin adelantóse e díxole la verdad. Oriana oyóla con atención e
luego anduvo, callada, por la sala, con los ojos baxos e la mano en el mentón.
La puerta abrióse e sobresaltó a las doncellas. La reina
levantó la cabeza e su rostro se ensombreció al ver a Galaor.
—Señora −dixo aqueste−, Amadís envía por vos para que…
Ella levantó la mano e fízolo callar.
—Non −respondió−. Yo vine aquí para folgar e haber algún
reposo de las cosas del reino, e lo único que fallo son demandas e más demandas
que non son para mí.
Galaor retiróse en silencio, mas en el gesto mostró que la
respuesta non le plazía. Oriana suspiró e volvióse a las doncellas e fabló de
nuevo:
—Señoras, esto me parece obra de un encantador. Solo conozco
una manera de vos auxiliar. Bien creo que deberíades de ir en busca de Urganda
la Desconocida.
—¿Quién?
—Urganda la…
—Sí, eso lo entendimos −dixo Susan Calvin−. ¿Quién es?
—Es una mujer sabia, la única que conoce lo que fue e lo que
será e las cosas invisibles de este mundo.
Oriana levantó la mano e mostróles los tapices que
guarnecían las paredes. Todos mostraban figuras de seres diversos: una doncella
pequeña, una dueña de rostro lozano, un anciano mendigo, un doncel, un joven
caballero…
—Siempre torna a diversas figuras, ende non conocemos su
rostro verdadero. Estos son aquellos con los cuales ha aparecido, mas nunca usa
del mismo. Es la única que puede vos ayudar en vuestra cuita.
Oriana avanzó fasta la puerta por donde habían entrado,
abriola e miró afuera.
—Mi señor no estará libre por muchos días −agregó−; seredes nuestros
huéspedes fasta que termine sus negocios. Vos mostraré vuestros aposentos.
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Amadís, desfaciendo entuertos desde el s. XIV |
Bella Swan entró a la cámara de Doctora Susan Calvin, que se
había encerrado allí desde que amas llegaron a Miraflores, ca gran seguridad había
de que era capaz de hacer algo para tornar a su tierra. Sentada en el piso,
manejaba un objeto pequeño que había traído consigo e hacíale cambios e tomaba
notas. En viendo entrar a la su compañera, increpóla de esta guisa:
—¿Otra vez aquí? No me interesan tus historias de caballeros
guapos. Estoy ocupada. Ya modifiqué este maldito dispositivo cinco veces, pero
no logro hacerlo funcionar.
—Tal vez, si te distrajeras un poco…
—Tus cuentos no me distraen. Me aburren.
—¡Pero es que son todos tan guapos! Edward no se les puede
comparar. Son recios, fuertes y valientes, y…
—Cállate. Vas a darme otra jaqueca.
—No entiendo cómo ninguno se fija en mí. En el colegio, en
Forks, había como cinco chicos interesados en mí desde el primer día. Yo no
tenía que hacer nada, solo hacerme la desinteresada y simular que prefería que
salieran con mis amigas, que gustaban de ellos. Y Edward era el más hermoso y
misterioso de todos. ¿Te conté de la vez que me salvó de…?
—Sí, sí, de los hombres que querían violarte porque eres
irresistiblemente hermosa aunque tú no te das cuenta hasta que tu novio te lo
dice.
Doctora Susan Calvin levantóse e, en dexando a su compañera
con la palabra en la boca, salió de la cámara e fue a buscar a la doncella de
Dinamarca.
—Dile a tu señora que, si tiene un caballero disponible, el
que sea, estoy dispuesta a partir. De cualquier manera, no puedo volver a casa
por mi cuenta. Mejor me dedico a la robopsicología.
Entiendo el mal humor de Susan Calvin. Ningún robot para que compruebe su relación con las Leyes de la robotica.
ResponderEliminarBien planteadas las personalidades de Susan y Bella.
Un abrazo.
En ese contexto y con semejante compañera, hasta yo perdería los estribos jajaja
EliminarMe alegro de que te guste :DDD
Vuelvo a repetir lo que dije en Crossover I, me sorprende gratamente qué bien te manejás con el idioma. se nota que has leído mucho
ResponderEliminar¡Qué mezcleta la de este relato!
Abrazo Denise!
Cuanto más rara la mezcla, más divertido es el resultado XD
EliminarMe gusta la literatura medieval, qué le voy a hacer :p
¡Gracias por comentar!
yA INTENTÉ ESTE COMENTARIO, PERO PARECE QUE NO SALIÓ... Denise, genio, estoy esperando que Amadis venga acompañando a Susan Collins a su futuro (el de Amadis) a tomarse con autos, trenes, aviones, drons, en fin todos los molinos de viento de hoy. Un abrazo grande.
ResponderEliminarNo te hagas problema, a veces Blogger nos juega malas pasadas XD
EliminarCreo que Amadís no va a salir del castillo por un buen tiempo, considerando todas las cosas que tiene pendientes jajaja
¡Muchas gracias por pasarte!
Cuando la Doctora Susan Collins preguntó quién era Urganda, pensé que Oriana le iba a contestar que no tenía idea y que por eso era la Desconocida xD
ResponderEliminarEn realidad, eso de que aparezca con distintos rostros me hace pensar en gente que se hace pasar por ella. Y pobre Bella, no conquista a nadie. Aunque los estándares Mary Sue se adaptan a todas las épocas, yo que ella no perdería las esperanzas todavía.
Espero ver cómo termina.
¡Besos!
Jajaja, sí, la primera vez que leí la novela pensé lo mismo, pero resulta que es desconocida porque siempre aparece con un aspecto diferente o algo así :/
EliminarBella se encontró con la horma de su zapato, porque las novelas de caballerías están llenas de Mary Sues jajaja
Ya falta poco, espero que los capítulos restantes estén a la altura.
¡Besos!